Un día de lluvia

Si si, llueve en Vancouver, ¿que cosas no?.

Hoy empezamos el repaso de la semana con un par de fotillos de mi mismo, ale, así sin más.

La primera es en Lynn canyon. El de rojo es un capullo, la chica es una francesa llamada Samantha que tiene coche y le caigo bien así que de vez en cuando hacemos excursiones. La segunda corresponde a mis compis de piso. Hoy hablaré de ellos, se lo merecen.

Joe es Australiano. Es el de la sonrisa curiosa que se encuentra a la izquierda. No es un pigmeo ni enano ni nada parecido pero le daba pereza ponerse de pie para salir en la foto (pero luego se va a Mexico en bicicleta...manda wevos). Ahí donde lo veis con su cara de tonto es mecánico de barcos y gana una pasta. En breve se va a hacer Kayak a Alaska un mes, porque le apetece. Bebe más cerveza que un alemán en Mallorca en agosto y posee unas dotes especiales cuando se emborracha que no voy a mencionar aquí. Escribe cartas con la máquina de escribir que tenemos en casa a las polillas para que no se posen en los vasos del palo "A la atención de las polillas, dejad de posaros en los vasos. Gracias". Cuando le comenté la nota me dijo "No funciona, pero había que intentarlo". En fin, es un pedazo de compañero de piso y me alegro un montón de compartir con el.

Chelsea es una heroína. Su superpoder es irse de fiesta todos los días. TODOS LOS DÍAS. Raro es llegar a casa y encontrársela, y si eso acontece, posiblemente está a punto de irse de fiesta de nuevo. Está estudiando diseño gráfico y trabaja en no se donde los fines de semana. Tiene un novio en Portland, pero es una "relación abierta" porque, aunque en la foto no lo parezca, es un pivón de mucho cuidado y tiene un sentido del humor que lo flipas. Además hace unas ensaladas increíbles y escucha desde Van Halen, INXS y Estopa. No, es coña, si escuchara Estopa me volvía pa España del susto. En fin, es un encanto de tía y da gusto convivir con ella. Es una persona feliz y eso siempre se aprecia en una casa.

El de naranja soy yo, por si había dudas.

Y bueno, hoy ha sido un día lluvioso y quizás algo triste. La ciudad cambia al llover pero sigue teniendo un atractivo especial. Además esta lluvia es una mariconada, es como pasear por el portixol mientras las olas rompen en el dique y algunas gotas te salpican. Ahhiii, Mallorqueta...se echa de menos. Se echa de menos la tranquilidad de los domingos, la cantidad de playas, que se fume dentro de los pubs (ehem...no, eso no). Echo de menos los guisos de mi abuela y desabrocharme el cinturón mientras me rellena el tercer plato, ir al parque del mar a hacer el gamba con los bongos, jugar a voley los domingos, hacer el tonto en Can Angel, Cancún o donde sea. Echo de menos hablar en cristiano, joder. Poder ver películas y pillarlo todo, hablar con la gente y saber exactamente que decir en lugar de pensar las palabras exactas. Echo de menos comer frito mallorquín, pamboli (olivas no porque hay dos supermercados griegos al lado de casa), echo de menos ir a cualquier bar y encontrarme a alguien conocido. Echo de menos escuchar las mismas putas canciones en Tunnel y ver los mismos caretos todos los viernes. Echo de menos que los bares cierren a las 4 o a las 6. Echo de menos poder a llamar a quien sea y quedar para hacer cualquier parida. Pero aquí, en Vancouver, se vive muy bien.

¿Sabéis porqué? Aquí no hay pacorros.

Me llevó tiempo darme cuenta. Paseaba y paseaba pero no me percataba. Me ha costado tiempo pero, es cierto. Quizás por eso me gusta tanto, no se.

En fin gente, que pese a todas mis hazañas, mi felicidad, mi sueldazo y mi trabajo, echo de menos aquello, aunque sea un poco. La parte buena es que me doy cuenta que a los españoles se nos aprecia bastante en el extranjero, lo cual es un arma letal para el ligoteo. Llamarme facha o como queráis, pero en España se vive de puta madre. Y con eso me despido! Chaoooo!